lunes, 16 de noviembre de 2009

Un montaje perfecto contra la institucionalidad

No todas las personas públicas quieren hacer un trabajo que ponga en riesgo su imagen y su trayectoria. En el caso de los políticos, hay todavía algunos que se cuidan, mientras a otros les importa "un pepino" y no tienen ningún problema de hacer un trabajo que la mayoría no quiere, pero les interesa. Hay ejemplos de estos últimos que asumen su rol inclusive sin ningún esfuerzo porque de hecho reúnen el perfil adecuado.

Entonces, se prepara un montaje para que solo un personaje aparezca como el malo de la película. Se utiliza una maquinaria compleja para ofrecer al público una situación que al final nadie entiende. En este escenario exacto se encuentra Gustavo Mussi, presidente del Consejo de la Magistratura.

Mussi recibe el repudio porque retiene la terna que el Consejo de la Magistratura confeccionó para la designación de un miembro del Tribunal Superior de Justicia Electoral. Podemos llenar esta columna citando las denuncias que hay en su contra a través de los periódicos y de la radio como: no cumple con los plazos, se burla de la institución, se burla de la Justicia, del Senado y de todo el mundo; perdió el respeto a la institucionalidad y ni siquiera cumple con el reglamento mínimo de poner a votación una moción, etcétera.

Sin embargo, hay hechos reales que demuestran que el protagonista (Mussi) es el personaje principal de una película, pero él solo no hace a la misma. Apenas el senador Miguel Abdón Saguier pidió el juicio político de Mussi (ni siquiera formalmente), la Cámara de Diputados resolvió dar su apoyo al diputado oviedista, que preside el Consejo de la Magistratura. La Cámara demostró que Mussi no será enjuiciado por lo que está haciendo.

Entonces, ¿por qué la mayoría de los liberales se callan? ¿Por qué los partidos tradicionales también apoyan a Mussi? Ya sabemos que su partido, el Unace, tiene interés directo en la materia.

Mussi dijo en una rueda de prensa que Saguier le critica a él, pero se olvida de que, en el Consejo, tiene el apoyo de otros tres miembros: Víctor Núñez, ministro de la Corte Suprema de Justicia; Raúl Battilana, representante de la Facultad de Derecho UNA; y Enrique Bacchetta, uno de los representantes del gremio de abogados. O sea, todos estos son juristas que son mejores que el propio Mussi.

Detrás de la pantalla están los verdaderos productores de la película. El interés que se juega es muy grande no solo en el TSJE, sino también en la Corte Suprema de Justicia. Nadie apura a Mussi para que el Consejo confeccione la terna para la elección del reemplazante del doctor Jóse Altamirano, que renunció. Ni siquiera las audiencias públicas se hicieron. ¡Nadie se apura, en el Congreso Nacional, para que el reemplazante de Wildo Rienzi sea nombrado!

Aquí hay un plan que responde a un sistema y Mussi cumple el papel de "malo". Y lo hace sin ningún esfuerzo y, además, muy complacido.

El problema no es Mussi, sino el poder que existe, tanto en el TSJE como en la Corte. Por eso se callan los partidos tradicionales. Muchos liberales y políticos de otros partidos hacen la vista gorda. El problema no es el protagonista, sino el sistema que está detrás de la pantalla, que se halla en la necesidad de no aflojar, porque, si no, perderá el poder.

El interés por conquistar y conservar el poder es legítimo, pero ojalá que los políticos encuentren otra forma de hacerlo, porque no puede durar mucho un montaje en contra de la institucionalidad.


Fuente: Diario Última Hora 16/11/2009

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