lunes, 14 de septiembre de 2009

"La Justicia integrada por razones partidistas es de pésima calidad"

SE DEBEN EVITAR EL PARTIDISMO Y EL CORPORATIVISMO EN LA JUSTICIA. Es importante que ninguna de las tendencias tenga hegemonía en el órgano seleccionador de los postulantes a la magistratura. La participación de todos los sectores, estatales y sociedad civil, es de fundamental importancia para un control efectivo y equilibrio del sistema, sostiene el doctor Jorge Carpizo, presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de México, ex rector de la Universidad Autónoma de México e investigador senior del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la misma universidad.

–¿Los políticos siempre influyen en el sistema de designación de ministros de la Corte?

–Así es, en todos los países.

–¿No hay un sistema de designación independiente de los poderes públicos en América Latina?

–Los nombramientos del Poder Judicial deben ser únicamente por méritos y por carrera. Para eso se han creado, en los países más democráticos y adelantados, los Consejos de la Judicatura. Esto viene como una gran ola después de la Segunda Guerra Mundial, porque antes había una intervención muy fuerte del Poder Ejecutivo.

–¿Qué rol se le dio al Consejo de la Judicatura?

–Se pensó que para la independencia de los jueces, nombramientos, ubicación, remuneración, responsabilidad, debería ser el autogobierno de los jueces. Y esto es el Consejo de la Judicatura.

–¿Con intervención de los partidos?

–Sí; pero, entonces, lo mejor es un sistema mixto y pluralista; que los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial tengan sus representantes. Y que el sistema permita la mayor participación.

–¿Un equilibrio político?

–Equilibrio político para que no se partidice el Consejo, pero tampoco se puede dejar que los miembros del Consejo sean todos de la propia magistratura, porque entonces se crea un monopolio.

–¿Un corporativismo?

–Exactamente. ¡Eso también es peligroso! Porque también no deja entrar a nadie que no pertenezca al grupo. Entra el hijo, el sobrino, el amigo... Se puede volver una especie de mafia. Entonces, se necesita un equilibrio.

–¿Los poderes políticos deben participar en el nombramiento de los ministros de la Corte?

–Para los ministros el tema fundamental es el examen de un problema de constitucionalidad. Por ejemplo, ver si las leyes o los actos se ajustan a la Constitución tiene un alto contenido político, lo que no tiene un caso judicial normal, o no debe tenerlo, porque, al final de cuentas, se trata de examinar un acto de poder que debe ser encauzado jurídicamente. Desde ese punto de vista, la respuesta es afirmativa.

–¿Qué opina del sistema norteamericano?

–En USA resulta. No ha dado el resultado previsto en nuestros países. Al contrario. Por ejemplo, Menem aumentó el número de ministros de la Corte. Logró designar a incondicionales y la Corte Suprema de Argentina le validó como constitucionales la mayoría de sus actos, porque ahí estaban los incondicionales de él. Pues, peor sistema no puede haber.

–¿Qué piensa usted?

–Yo lo que pienso es que el presidente de la República y el Congreso deben intervenir en el nombramiento, pero no hay que dejarles manos libres.

–¿Cómo?

–Que el nombramiento lo hagan ellos, pero a propuestas de organizaciones de la sociedad.

–¿Por ejemplo?

–Ejemplo: que una Asociación de Universidades proponga una terna; que los colegios de abogados propongan otra terna; que el Consejo de la Judicatura proponga otra terna. Así el poder político ya tiene 9 nombres. Esas tres ternas pasan al Poder Ejecutivo, que de los 9 nombres debe reducir a 3, pero ya no al capricho de él. Tiene que ser de lo que la sociedad jurídica le propone. El Ejecutivo pasa al Senado, que debe resolver, pero ya no tendrá nombres de simples políticos.

–¿Usted cree que los académicos pueden ocupar directamente un cargo en la Corte?

–Sí, claro. Es muy bueno que lleguen académicos y que no sólo sean aquellos que hicieron carrera como jueces. Tampoco es malo que llegue alguien que tenga una gran experiencia política.

–¿Un jurista que ocupó cargos políticos?

–Puede ser. Porque quien va a resolver problemas de inconstitucionalidad, que son problemas de poder, es bueno que tenga una visión política, además de ser un gran jurista. Por ejemplo, si hay nueve ministros, uno que tenga una visión política será útil.

–¿En México los ministros son inamovibles?

–Duran 15 años y nada más. Es para darles independencia. Ahora, lo que se teme en México es que los nombramientos sean 100% políticos.

–¿Hay dos partidos fuertes en el Congreso?

–Se teme que los dos partidos mayoritarios en el Senado se pongan de acuerdo. Tú designas a uno y yo al otro, y en la votación nos juntamos. Un sistema así es pésimo, porque no se llega por méritos jurídicos ni por calidad. Se llega por razones partidistas. Ese ministro nombrado sabe que le debe el cargo al partido Z. Entonces, a la hora de sus decisiones, a lo mejor no es imparcial.

SUS FRASES

Tampoco es malo que llegue a la Corte alguien que tenga una gran experiencia política.

Ver si las leyes se ajustan a la Constitución tiene un alto contenido político.

No se puede dejar que los miembros del Consejo sean todos de la magistratura, porque se crea un monopolio.

EN AMÉRICA LATINA NO FUNCIONA EL PARLAMENTARISMO

El doctor Jorge Carpizo sostiene que el parlamentarismo aún no se puede poner en vigencia en los países de América Latina. Opina que el presidencialismo sigue siendo un sistema aceptable para nuestros países.

Para que exista el parlamentarismo se requiere de partidos políticos fuertes y decididos a hacer coaliciones, afirmó. Aparte de partidos fuertes, también se requiere que éstos sean disciplinados, agregó.

Citó la experiencia de Inglaterra, donde funciona la "leal oposición al sistema", donde un líder político incluso tiene un alto salario. En este sentido, expone un nivel de cultura política muy diferente al nuestro.

¿Tenemos en América Latina la condiciones para un parlamentarismo exitoso, y para que no vayamos a caer simplemente en un asambleísmo?", se preguntó. La respuesta que dio fue negativa, porque los partidos políticos están en una situación de alto descreimiento y no son precisamente disciplinados en la mayoría de los países de la región. Fácilmente la inestabilidad política afecta a la economía. Entonces, para que esto no tenga tanto impacto, el presidencialismo es el que sortea mejor la situación.

Recordó una experiencia chilena hacia los años 1891 hasta 1924, y señaló que el proceso político terminó con un golpe de Estado.


Fuente: Diario Última Hora 14/09/09

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