lunes, 5 de julio de 2010

Los pactos, más allá de las emociones

Con su agenda en mano, Fernando Lugo hizo números. No había caso. Hasta algunos aliados se estaban yendo. Es que las internas partidarias siempre provocan cambios repentinos en los políticos. Lo que ayer defendían, hoy atacan con fiereza.

Así fue con el castiglionismo que en cierta forma le daba gobernabilidad. Pero este movimiento decidió no jugarse más porque consideró que su acercamiento al Gobierno ya tenía costos políticos. Por ello rechazaron el impuesto a la renta personal y con ello puso aún más al borde del precipicio al presidente en un tema emblemático.

El luguismo cargaba sobre sus espaldas derrotas en el Congreso: no corrieron sus candidatos para las embajadas del Mercosur; se suspendió nuevamente el IRP, los directores de las binacionales están con la espada de Damocles.

En la agenda más pesada siguen las vacancias en la Corte Suprema, la Justicia Electoral y futuras elecciones del nuevo fiscal general y del nuevo contralor. Decisiones que se deben tomar con alto consenso político.

Los números en el Congreso no dan mayorías absolutas a ningún sector, que es una ventaja y una desventaja al mismo tiempo. Lo claro es que esta situación exige mucha cintura política.

Agosto marca el inicio del tercer periodo del Gobierno del cambio. Los dos primeros años pasaron en medio de una alta crispación política que trabó la gestión gubernamental, que muchas luces no demostró en el ejercicio del poder.

Lugo aprovechó la elección de la nueva mesa directiva en ambas cámaras del Congreso para meter cuña y jugar a Maquiavelo. Y le salió redonda la jugada. Con el senador Sixto Pereira como negociador (no tanto por su táctica y estrategia sino porque tiene el estilo colorado de hacer política) concretó un polémico acuerdo.

Así pactó con los colorados (progresistas y no nicanoristas, como se encargan de aclarar en voz baja los republicanos). Y contra todos los pronósticos, dos de ellos, no precisamente los más respetados de la bancada colorada, se erigieron en autoridades parlamentarias.

EL MISTERIO. En general, la elección de la mesa directiva de Senado y Diputados es más de histeria que otra cosa. Los acuerdos son tan efímeros como los amores de un marinero. Se crea una burbuja y se inflan globos mediáticos sobre supuestos pactos debajo de la mesa.

De este acuerdo se dijo de todo pero nada es seguro hasta que se vote en el Congreso.

Se habla que los colorados dejarán pasar los candidatos a embajadores del Mercosur, los acuerdos para los titulares de Itaipú y Yacyretá.

En voz baja se dice que Lugo pactó una tregua para que el juicio político deje de estar en el escenario crispando el clima político y contaminando todo.

Es cada vez menos creíble que se haya pactado el ingreso de Venezuela al Mercosur, así como el juramento del ex presidente Duarte Frutos como senador activo. Por ser excesivamente inflamables ambos temas fueron desechados de la mesa de negociación. Además, muy pocos progresitas quieren a su líder Nicanor en el Senado.

Suponiendo que el presidente haya acordado estos puntos (incluyendo la tregua del juicio político), se puede decir que finalmente entendió cómo funciona la lógica del poder.

La política es pragmatismo puro, es resolución diaria de los conflictos. El lirismo suena bien en los medios, pero la práctica del poder exige tragar sapos y tomar caminos que uno antes había rechazado.

Ejemplos sobran en este sentido. Lugo ha firmado decretos que contrarían sus propias convicciones.

Así decidió promulgar la ley antiterrorista. No porque compartiera esa visión sino porque el país estaba con una presión internacional con riesgo de perder préstamos.

Así decidió promulgar la ley contra la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio. Temas que le pusieron contra sus aliados de la izquierda, así como la cooperación en materia de seguridad de Colombia y Estados Unidos.

Estos puntos demuestran que Lugo ha aplicado la realpolitik (la política de la realidad) a su gestión. El sesgo izquierdista es pura retórica mediática hasta ahora.

Este Gobierno necesita paz política para gobernar, firmar acuerdos con los actores políticos en base a una agenda mínima.

Lugo entendió que los pasos debe darlos él y dejar de lado sus esquivas posturas utilizando mandaderos.

La única manera que este país salga de este fango ficticio que crean algunos políticos que solo apuestan a la derrota, algunos empresarios que solo buscan sus beneficios u otros sectores que solo ponen el palo a la rueda, es con los grandes consensos. Eso significa hablar con todos y pactar con aquellos que pueden dejar de lado sus mezquindades para que en un breve tiempo de paz este gobierno demuestre que ha valido la pena el cambio.

TEXTUAL

"Lugo fomenta el amiguismo y el chonguismo al nombrar a su abogado personal Marcos Fariña como representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. Al ser representante del Consejo, Fariña aumenta su influencia en los tribunales, en los foros jurisdiccionales, en el Ministerio Público. Le puede ayudar (a Lugo) en sus casos de filiación."

(Senador Hugo Estigarribia)

Fuente: Última Hora 4/07/2010

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