viernes, 4 de diciembre de 2009

Los abogados del Consejo de la Magistratura aumentan la podredumbre de la Justicia

Los que representan a los abogados en el Consejo de la Magistratura y aspiran a ser reelectos mañana, poco honor le han hecho a la profesión que han elegido. Lejos de promover una mayor calidad de la Justicia, se han confabulado activamente con el tráfico de influencia, la partidización, el sectarismo, la manipulación y otros vicios que les quitan autoridad moral y les vuelven cómplices de la podredumbre creciente del Poder Judicial.

La función que cumple el Consejo de la Magistratura es de una importancia capital, si se piensa que de la calidad de sus decisiones depende el nivel de las personas que cooperan para que haya justicia en una sociedad. Cuanto mayores sean la idoneidad y la solvencia ética de los seleccionados por ese cuerpo, integrado por miembros de instituciones vinculadas al Derecho, mayor será el grado de satisfacción ciudadana.

El artículo 264 de la Constitución establece que su atribución es proponer candidatos a miembros de la Corte Suprema a la Cámara de Senadores y hacer lo mismo en relación a jueces y fiscales, aunque presentándolos a consideración de la más alta instancia judicial de la República.

El organismo autónomo, por lo tanto, tiene un gran poder para la designación de magistrados y miembros del Ministerio Público. Los que formen parte de las ternas - a partir de una frondosa lista de candidatos- son los que contarán con la posibilidad de ser electos para los cargos a los cuales se postulan.

Con ese poder en la mano, el Consejo de la Magistratura, en vez de colaborar con el fortalecimiento de la Administración de Justicia, ha sido un factor de prostitución de la institución a la que tendrían que haber servido con honestidad. Su mayor pecado es que han politizado y repartido entre recomendados, con padrinos poderosos y amigos, los puestos de mayor relevancia dentro del Poder Judicial.

A lo largo de todos estos años de vigencia del Consejo de la Magistratura ha sido lamentable y triste que candidatos que hubieran podido competir y ganar sin más respaldo que sus antecedentes académicos y sus méritos personales, se humillaran buscando el respaldo de políticos o solicitando audiencias a quienes van a decidir por factores ajenos a la idoneidad.

Los que encabezan las listas en pugna para la elección - reelección, en realidad- de los dos abogados de la matrícula que van a representar al gremio en el Consejo de la Magistratura (de siete miembros), no son ajenos a los vicios instalados paulatinamente y consolidados con sus gestiones.

Antes que contribuir a elegir con probidad y sentido de equidad a jueces y fiscales, defendiendo el derecho de sus colegas a un trato justo, se han convertido en operadores políticos que colocan a los leales a determinados proyectos políticos.

Es una verdadera pena que casi 20 mil abogados voten de nuevo por los que en nada han contribuido a dignificar su profesión mejorando la Justicia en el Paraguay. No hay ninguna propuesta de cambio, salvo acrecentar la corrupción. El resultado ya está cantado: con los dos reelectos habrá mucho más de lo mismo. Los abogados que se prestan a la farsa, que conocen muy bien, tendrían que sentirse avergonzados.


Fuente: Diario Última Hora 04/12/2009

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