lunes, 21 de junio de 2010

¿Qué tendrá Víctor, que lo quieren tanto?

Por Alfredo Boccia Paz |

Hay un ritual parlamentario que me fascina por su completa futilidad. Me refiero a los pactos para la conformación de la mesa directiva del año siguiente. Se suelen firmar cada año y jamás se cumplen. Es ese un ejercicio tan inútil como el de tratar de entender el criterio utilizado para ungir a uno de ellos como presidente de la respectiva Cámara.

Hay que ser mago para descifrar los motivos de decisiones aparentemente ilógicas o incoherentes. Las alianzas selladas en la madrugada anterior son rotas en el último minuto, enemigos irreconciliables se abrazan como hermanos, y las lealtades partidarias y de bancada se volatizan al ritmo de rencores, compadrazgos y ambiciones inconfesables. Porque esa es otra característica de la elección: los motivos aducidos nunca son los verdaderos.

La historia de la transición está empedrada de ejemplos de lo anterior. Es por eso que casi nunca me detengo a analizar estas raras negociaciones. Pero este año la sorpresa superó lo previsible. Con votos de una nueva mayoría multicolor –que incluye a luguistas y patriaqueridistas– fue nombrado presidente de la Cámara Baja, el diputado Víctor Bogado. ¿Qué tendrá este chico para ser electo por tercera vez? El jueves pasado el memorioso Miguel López dedicó su columna a un minucioso recuento de sus antecedentes. Lo suyo, más que un currículum, parece un prontuario policial.

Se trata de otro batracio de buen porte que debe digerir Lugo, ahora que –por fin– se ha decidido a negociar en el terreno parlamentario, algo que hizo poco y mal en los últimos dos años. Una vez más, la dura realidad de su casi testimonial apoyo en las Cámaras impuso el recurso de un pragmatismo feroz. Ni siquiera la intervención personal y desesperada de Lino Oviedo pudo evitar el descalabro. Su hijo, Ariel, asistió impotente a la evaporación de su sueño de continuar en la Presidencia de Diputados.

La semana negra del oviedismo no terminaría allí. Al día siguiente fueron revocados los mandatos de los diputados José López Chávez, Daniel Fleitas –Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados– y Gustavo Mussi –Consejo de la Magistratura– y sustituidos por nombres más confiables.

Es que, una vez más, los oviedistas se habían pasado de la raya en sus desmanes poco institucionales. Mussi tenía "cajoneada" desde hace meses la terna para el Tribunal Supremo de Justicia Electoral y la injerencia de su líder en el nombramiento de jueces y fiscales había sido denunciada innumerables veces. El diputado Sebastián Acha afirmó que era vergonzoso que los candidatos a cargos judiciales tengan que hacer lobby en el local de Unace para conseguir su nombramiento.

Con este durísimo golpe a Oviedo, el Gobierno tiene la posibilidad de crear un ambiente de mayor gobernabilidad y de destrabar el proceso de negociación de las múltiples vacancias existentes en la estructura del Estado.

Habrá que ver si Lugo logra mantener buenas relaciones con esta nueva y circunstancial mayoría. De ser así, el sapo tragado habrá valido la pena y su gobierno será más estable. Pero, no puedo dejar de preguntarme: ¿por qué de nuevo Víctor Bogado? Insisto, el hombre debe tener algún encanto irresistible...

Fuente: Última Hora 19/06/2010

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